El Santoral Católico recuerda cada 4 de abril a San Benito de Palermo, también conocido como Benedicto el Africano, El Moro, o El Negro. Fue un monje italiano de origen africano. Sus padres eran esclavos, pero recibió la libertad de sus amos al nacer. Es patrono de los Afroamericanos y su devoción se extiende a los largo de América Latina, desde México hasta Argentina, particularmente en Venezuela.
Estatua de San Benito de Palermo en Santa Rita, Venezuela.
Benito nació en Sicilia en el año 1524 o 1526. Algunos creen que nació en Mesina, por lo que a veces se lo llama San Benito de San Filadelfio.
Sus padres eran esclavos negros, y posiblemente trabajaban en una plantación cercana a Mesina, a dónde habían sito traídos desde África. Benito recibió la libertad de sus amos al nacer, y en sus primeros años se ganó la vida como pastor.
Cuando ya tenía más de 20 años, Benito conoció a un grupo de ermitaños que seguían la regla de San Francisco de Asis, a los cuales se unió por las ideas del santo. Para 1564 el grupo se disolvió y Benito ingresó al convento de Santa María de Palermo.
Como era analfabeto, fue relegado a la cocina del convento. Sin embargo, desde allí ganó fama por su piedad, humildad y los milagros que se le atribuyen, sobre todo curaciones. Esto lo llevó a ser elegido prior en 1578.
Más tarde fue maestro de novicios, para luego regresar a la cocina. Sus platos le daban fama de taumaturgo.
Benito fue beatificado en 1712 por el papa Benedicto XIV y canonizado en 1807 por el papa Pio VII. Se dice que su cuerpo fue encontrado incorrupto cuando fue exhumado pocos años más tarde. Es patrono de los Afroamericano, y es recordado por su paciencia y entendimiento cuando se enfrentaba a prejuicios raciales.