Howard Carter, descubridor de la tumba de Tutankamón

Howard Carter fue un ilustre arqueólogo y egiptólogo inglés nacido el 9 de mayo de 1874 que saltó a la fama por descubrir en 1922 la tumba del rey Tutankamón en el Valle de los Reyes frente a Luxor en Egipto. Al morir a la avanzada edad de 65 años su historia es utilizada como evidencia para refutar la leyenda de la maldición de los faraones que se supone que cayó sobre los que profanaron las tumbas.

Howard Carter con Tutankamón.

Biografía de Howard Carter:

Howard Carter nació el 9 de mayo de 1874 en Norfolk, Inglaterra, siendo el menor de onche hermanos. Creció en Swaffam sin recibir educación formal, aunque su padre que era artista le enseñó fundamentos del dibujo y la pintura.

Al advertir su talento como dibujante, una sociedad de egiptología inglesa le propuso cuando tenía 17 años dirigirse a Egipto, cosa que aceptó.  Allí reprodujo bajorrelieves y aprendió a excavar y restaurar monumentos, convirtiéndose más tarde en inspector de Antigüedades.

En 1908, Howard Carter fue contratado para excavar en Tebas por Lord Carnarvon, un noble entusiasta aficionado a la arqueología y dispuesto a proporcionar fondos para continuar su trabajo, el cual se extendió más tarde al Valle de los Reyes.

En 4 de noviembre de 1922, luego de largos años de búsqueda, Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón, la cual se encontró casi intacta. Junto con Lord Carnarvon abrió el 16 de febrero de 1923 la cámara funeraria, siendo el primero en ver el sarcófago luego de miles de años de estar «escondido».

En 1931, Howard Carter anunció su intención de encontrar la tumba de Alejandro Magno en Asia Menor, pero no llegó a llevar a cabo ese proyecto. Por su trabajo le fue conferido el doctorado honoris causa en ciencias de la Universidad de Yale y fue miembro de honor de la Real Academia de la Historia.

Howard Carter murió el 2 de marzo de 1939. Al fallecer a los 65 años de edad, es utilizado como evidencia para refutar la leyenda de la maldición de los faraones que se supone que recae sobre quienes profanan las tumbas.